miércoles, 12 de agosto de 2015

10 hitos del cine erótico

10 hitos del cine erótico

Con motivo del estreno de "Cincuenta sombras de Grey", recordamos algunas de las películas referentes del género

Cine picarón
Finalmente llega a los cines de buena parte del mundo Cincuenta sombras de Grey, adaptación llevada a cabo por la directora Sam Taylor-Johnson y la guionista Kelly Marcel del exitoso best seller de E.L. James. Un estreno que han esperado con singular morbo tanto los fans como loshaters de una novela cuyas ventas superan los 100 millones de ejemplares. Primera parte de una trilogía protagonizada por la cándida estudiante de literatura Anastasia Steele ( Dakota Johnson) y el lúbrico millonario Christian Grey (Jamie Dornan), la película narra la inmersión de la joven en sus deseos más oscuros e inconfesables, guiada por el turbio y magnético yuppie.
Con cerca de 150 mil entradas prevendidas y la promesa de ser uno de los grandes taquillazos del año, Cincuenta sombras de Grey es un estupendo punto de partida para repasar diez de los largometrajes más populares de la historia del cine erótico.

El último tango en París (1972), de Bernardo Bertolucci.

Marlon Brando y Maria Schneider cruzaban casualmente sus destinos en las calles de un París grisáceo y decadente bajo la batuta del prestigioso Bernardo Bertolucci (NovecentoTú y yo). La audiencia acogió entre el escándalo y la fascinación este relato de visceral lirismo sobre un romance autodestructivo, cuya volcánica plasmación del sexo —en especial, la célebre escena de la mantequilla lubricante— provocó fuertes polémicas allá donde se estrenó.

Emmanuelle (1974), de Just Jaeckin.

Aunque no se tratara de la primera adaptación de la novela de Emmanuelle Arsan —Cesare Canevari ya había hecho lo propio en 1969 con Un hombre para Emmanuelle—, fue esta película francesa la que le dio al personaje, una recién casada (Sylvia Kristel) embarcada en una aventura de experimentación sexual, la dimensión mítica con la que cuenta hoy. El controvertido largometraje —que en 2015 no escandalizaría ni a las abuelitas más puritanas— supuso un inesperado éxito de taquilla, dando lugar a una interminable ristra de secuelas, muchas de ellas protagonizadas por la propia Kristel.

Las mil y una noches (1974), de Pier Paolo Pasolini.

Un año antes de abrir las puertas del infierno con Saló, o los 120 días de Sodoma, el maestro Pasolini se dedicó a adaptar los cuentos tradicionales de Oriente que recopila Las mil y una noches. El filme bascula entre un sentido del humor juguetón, bufonesco, y una mirada impregnada de poesía amarga a los engranajes del amor y de la pasión. Los desnudos frontales de intérpretes como Ninetto Davoli hicieron que más de un mojigato pusiera el grito en el cielo.

El Imperio de los sentidos (1976), de Nagisa Oshima.

Por la explicitud de los encuentros sexuales filmados —donde los órganos genitales de los actores hacían acto de presencia con total naturalidad—, así como por la estética de la crueldad que practicaba Oshima, El imperio de los sentidos marcó un antes y un después, en Oriente y Occidente, con respecto a los límites expresivos de lo erótico en el mainstream, traumatizando retinas a lo largo y ancho del planeta. Los protagonistas, Sada Abe (Eiko Matsuda) y Kichizo Ishida (Tatsuya Fuji), se internan juntos en un viaje sin retorno donde el placer y el dolor son las dos caras de una misma moneda.

Nueve semanas y media (1986), de Adrian Lyne.

Con un puñado de películas eróticas en su haber a día de hoy —Atracción fatal (1987), Una proposición indecente (1993), Lolita (1997) e Infiel (2002)—, en 1986 el británico Adrian Lyne grabó en la memoria de millones de espectadores el striptease que Kim Basinger, estrella en ciernes, le dedicaba al por entonces sex symbol Mickey Rourke. Es difícil no sentir cierta vergüenza ajena al volver a las imágenes de Nueve semanas y media, a las que el tiempo ha otorgado un poso de horterismo. Eso sí: aquellos hielos derritiéndose sobre pieles ardientes y los camisones transparentes les descubrieron el mundo de los juegos sexuales a más de uno.

Instinto básico (1992), de Paul Verhoeven.

Pocas figuras han sido más relevantes en el desarrollo del cine erótico contemporáneo que Paul Verhoeven. Todo un batiscafo de las pulsiones sombrías del deseo, como constatan Delicias holandesas (1971), El cuarto hombre (1983) o Showgirls (1995). En pleno interrogatorio, un cruce de piernas más sexual que sensual de la sospechosa Catherine Tramell ( Sharon Stone) bastaba para que la testosterona del agente Nick Curran ( Michael Douglas) diera un golpe de estado en su cerebro. El conflicto —y la lujuria— estaban servidos.

Crash (1996), de David Cronenberg.

Crash es una de las radiografías más desasosegantes del rumbo que ha tomado nuestra civilización, la crónica de una huida hacia adelante que no puede terminar sino en colisión. El canadiense David Cronenberg adapta a J.G. Ballard en este clásico del cine moderno, donde el fetiche por los objetos técnicos ha llegado a redefinir los límites de nuestro cuerpo y, por tanto, de nuestra sexualidad. Los protagonistas son un grupo de hombres y mujeres que se excitan nada más y nada menos que sufriendo accidentes de tráfico.

Eyes Wide Shut (1999), de Stanley Kubrick.

La obra póstuma del insustituible Stanley Kubrick se inspiraba libremente en la novela Relato soñado(1925), del austriaco Arthur Schnitzler. Cuando la sombra del adulterio se cierne sobre el matrimonio que conforman William y Alice, él decide perderse durante una noche en los brumosos dominios del deseo. Este es el pistoletazo de salida de una odisea ensoñada e hipnótica, atractiva e inquietante, que cuenta con uno de los finales más contundentes del cine de las últimas décadas. Encabezaban el reparto Tom Cruise y Nicole Kidman, por entonces marido y mujer, lo cual acrecentó el interés del filme entre los adictos a la farándula.

Lucía y el sexo (2001), de Julio Médem.

Repudiada y ensalzada a partes iguales, con Lucía y el sexo Julio Médem actualizó el legado del mítico Bigas Luna y acercó al estrellato a dos actrices hoy tan reconocidas como Paz Vega y Elena Anaya . Lucía, la protagonista, se refugia en Formentera tras la enigmática desaparición de su novio. Allí  disfrutará de una inusitada libertad para explorar su propia sexualidad. La profusión de escenas con sexo no simulado desató una polémica que, no obstante, facilitó que se convirtiera en uno de los filmes de la temporada en España.

Nymphomaniac (2013), de Lars von Trier.

Seccionado en dos episodios, Nymphomaniac. Volumen 1 y Nymphomaniac. Volumen 2, el Festival de Berlín acogió el mejor trabajo del danés Lars von Trier en muchos años. También, hay que decirlo, se trata de una de las piezas más provocativas del cine europeo reciente. La historia de una ninfómana, desde su infancia hasta su madurez, narrada en primera persona, propone una serie de meditaciones ejemplares acerca de la eterna guerra entre la racionalidad y unos instintos no siempre edificantes. Tal como hiciera en Los idiotas (1998), von Trier rueda escenas X donde actores y actrices porno sustituyen a intérpretes de la talla de Charlotte Gainsbourg o Shia LaBeouf .