Dos siglos después del célebre Grito de Dolores que marcó una violenta cuenta atrás hacia la independencia de México, la intriga y los tormentos de Frida Kahlo reivindican en Bruselas la soberanía cultural de su patria. Un total de 26 obras de la artista son la punta de lanza de un festival que sus organizadores describen como "el mayor evento cultural mexicano fuera del país".
Un espacio oscuro, íntimo y lleno de espejos acoge 19 lienzos de una Frida Kahlo orgullosamente ausente de las efemérides. Entre ellos hay varios autorretratos de la artista, que en sus declaraciones públicas retrasó tres años su nacimiento para hacer que coincidiese con el inicio de la revolución.
La columna rota (1944) muestra a una Frida atravesada por el acero que la acompañó en su vida real, en la que sufrió 32 operaciones y utilizó numerosas prótesis tras un accidente de tranvía que destruyó su ya de por sí frágil forma física. Cerca de este, Unos cuantos piquetitos (1935) muestra el sangriento asesinato de una mujer a manos de su marido como parte de la preocupación social de la artista. Otras obras indagan en su feminismo reivindicativo. Es el caso del surrealista Hospital Henry Ford (1932), donde se representa un parto falso que simuló la propia artista durante su estancia en Nueva York.
Nada de vagos
Existe un cierto riesgo de reducir el país solamente "al folclore y el pasado glorioso, moralista"
"La exposición representa todo aquello por lo que ha pasado México", asegura Carlos Phillips Olmedo, heredero de una amiga personal de la artista que se hizo con buena parte de su obra. "Acaba con la idea alimentada por Hollywood de que México está lleno de granjeros que se pasan todo el día durmiendo y sin hacer nada", añade Paul Dujardin, director general del Palacio de Bellas Artes de Bruselas, donde la exposición Frida Kahlo y su mundo permanecerá hasta el 18 de abril.
Sin embargo, los conflictos personales de Frida Kahlo y sus alusiones a momentos destacados de la historia de México dejan poco oxígeno, dentro del festival, a las vanguardias culturales. Sólo una exposición sirve de puente entre una Europa donde el término colonia pertenece al pasado y un México en el que el narcotráfico o la violencia siguen estando muy presentes.
Para Ruth Estévez, comisaria de la exposición de videoarte El horizonte del topo, existe un cierto riesgo de "reducir México al folclore, al pasado glorioso, moralista" exportado por el Gobierno que dirige Felipe Calderón. En la exposición se pueden ver 13 proyecciones de artistas consagrados como Teresa Margolles hasta jovencísimas promesas como Edgardo Aragón.
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