10 cosas que tal vez no sabías
sobre la Modelo de Barcelona
Tras 113 años, han echado el cierre a la
Modelo de Barcelona. Sin embargo, las huellas de los internos están impresas en
cada espacio. Un centro penitenciario puede ser también espejo de la historia
(FUENTE: REVISTA
HISTORIA Y VIDA).- La historia de la Modelo arrancó
en el siglo XIX. La ciudad bullía en aquella primavera de 1888. Barcelona
inauguró en abril una gran Exposición Universal. La sede anfitriona se abría al
mundo, y por ello la capital catalana se dispuso a presentar el aspecto de una
ciudad de vanguardia.
Su trazado urbano había experimentado un
cambio de fisonomía tras el derribo de las murallas y la aprobación del
plan Cerdá de reforma y ensanche. Precisamente en el Ensanche, ese nuevo
escenario, se planeó la instalación de diversos equipamientos sociales, como un
gran hospital (el Clínico), un matadero, un parque de bomberos... y una
cárcel “modelo”, llamada así por las condiciones pretendidas para
el futuro centro.
El 3 de junio de 1888 se puso la primera
piedra de esta prisión, pero tardaron dieciséis años en levantar los muros del
recinto y adecuar las celdas previstas para los internos.
1. Una cárcel ejemplar
La nueva prisión debía suponer un
referente, según su ideólogo, Pere Armengol i Cornet, un magistrado de la
Audiencia de Barcelona que abogaba por un cambio de rumbo radical en el
internamiento y la reinserción de condenados.
Para ello, sus arquitectos Josep
Domènech i Estapà y Salvador Vinyals viajaron por Europa con el fin
de conocer el funcionamiento de otras penitenciarías. A diferencia de los
centros de reclusión tradicionales, en los que dominaban el caos y el
hacinamiento, los impulsores del nuevo proyecto consideraban que la cárcel
inaugurada en 1904 sería un ejemplo de regeneración para el preso, basado
en el aislamiento, la práctica religiosa y la instrucción. Así como un garante
de seguridad.
2. «El ojo que todo lo ve»
El edificio se inspiró en la teoría
del panóptico, un nuevo concepto de arquitectura carcelaria ideado por el
británico Jeremy Bentham a finales del siglo XVIII. Bentham había introducido
con este elemento el concepto de la dictadura de la mirada. La vigilancia del
preso desde un único punto central de observación, “el ojo que todo lo
ve”, controlaría cualquier movimiento en el recinto.
En el caso de la Modelo, el
panóptico permitía supervisar las seis galerías de la prisión, que confluían
como los brazos de una estrella de mar en la rotonda central. En cada una de
estas galerías se concentrarían internos con unas características comunes. La
unidad básica era la celda, que originariamente iba a ser individual.
3. El «Hotel Entença»
En un principio se llegó a hablar del
centro como «Hotel Entença» (calle donde se encuentra la fachada principal de
la cárcel), por las condiciones y servicios básicos que se proyectaron
(comedor, enfermería, celdas dotadas de ventana, cama y lavabo, luz eléctrica y
agua corriente), la nueva cárcel pronto dejó de ser un establecimiento
modélico. Prevista para unos ochocientos reclusos, su capacidad se vio
pronto superada, y el progresivo ingreso de internos se convirtió en una fuente
de conflictos.
4. La llegada del garrote vil
En 1908 tuvo lugar la primera
ejecución por garrote vil en la Modelo. El sentenciado fue Joan Rull, un
confidente de la policía y antiguo colaborador de grupos anarquistas. Junto a
su familia había ideado un sistema para lucrarse con el miedo a las bombas, que
colocaba y hacía explosionar (si los extorsionados no pagaban lo que requería)
en céntricos lugares de la ciudad, lo que ocasionó una oleada de terror en
Barcelona.
Por vez primera, no se permitió la
asistencia del público al ajusticiamiento. No obstante, una gran multitud se
concentró en los alrededores del recinto carcelario para ser testigos
indirectos de aquel morboso acontecimiento.
5. Los presos «gubernativos»
Con el nombramiento del general
Martínez Anido como gobernador civil de Barcelona en 1920 vino una
fuerte política de represión. Fueron detenidos y encarcelados en la Modelo
muchos presos «gubernativos», es decir, que no habían sido
condenados ni procesados por la justicia. Entre ellos, el dirigente de la
CNT Salvador Seguí, el Noi del Sucre, y el abogado republicano Lluís
Companys, futuro presidente de la Generalitat. Llegaron asimismo nuevas
ejecuciones por garrote vil, las primeras desde la muerte de Joan Rull.
6. Los privilegios de la quinta
La quinta galería contaba con celdas
preferentes, destinadas básicamente a médicos y distintos profesionales
liberales retenidos por cuestiones políticas. Estos reclusos, tras pagar una
cuota, podían gozar de ciertos privilegios, como luz eléctrica hasta las
diez de la noche. El doctor Baltà, un interno preventivo, convirtió su celda en
una biblioteca, donde disponía incluso de un aparato de radio. Allí escribió
sus Monografías médicas.
7. Intercambio de papeles
El 19 de julio de 1936, cuando se inició
la insurrección militar en la península, la Modelo contaba con 851 internos, la
mayor parte detenidos por delitos comunes. Aquella misma tarde, con la
presencia de milicias anarquistas, todos los reclusos abandonaron la cárcel.
Tres semanas después, la Generalitat se hacía cargo de la competencia de
prisiones.
Lo cierto es que, a lo largo del
conflicto, el centro se llenó de nuevo. Como afirma el historiador Pelai
Pagès, «la prisión vivió durante la Guerra Civil una etapa
excepcional de su historia. Pasaron a ser huéspedes de la Modelo
personas poco habituales de este tipo de establecimientos: gentes de orden
y de derechas, militares y sacerdotes...». Algunos preferían no salir de
prisión porque se sentían más protegidos.
8. Los años de plomo
En 1940, al inicio de la dura posguerra,
la población reclusa alcanzó la desmesurada cifra de 13.000 presos. El
hambre, la miseria, el hacinamiento, la enfermedad, la muerte... determinaron
los primeros años del franquismo, marcados por la represión al bando perdedor.
Según el historiador Manel
Risques: «La Modelo era el espacio de angustia donde los condenados a
muerte en consejos de guerra esperaban que llegara el preceptivo enterado de
Franco para cumplir la sentencia o la hipotética conmutación de la pena
inferior, 30 años de prisión».
El perfil de los presos abarcaba un
amplio espectro. Desde la disidencia política hasta la orientación sexual. Con
el paso del tiempo, se sumaron delincuentes comunes, algunos de los cuales
estaban asociados a otra clase de delitos, como el narcotráfico, el fraude
financiero o la pertenencia a redes mafiosas.
En 1974, en los estertores de la
dictadura, la prisión fue escenario de la última ejecución por garrote vil
en la persona de Salvador Puig Antich. Miembro del Movimiento Ibérico de
Liberación, fue condenado a muerte por el homicidio de un subinspector de
policía en el tiroteo producido durante el operativo de su detención junto a
otros miembros del MIL. Tuvo lugar en una dependencia interior del centro, en
la que posteriormente se ubicó la paquetería.
9. La capilla gitana
De vez en cuando, en los oscuros años de
la dictadura, en la Modelo había destellos de creatividad. Como cuando el
artista Helios Gómez Rodríguez, un luchador antifranquista, pintó la «Capilla
gitana» en la cuarta galería, donde entonces se situaba el corredor de
los condenados a muerte.
La “Capilla” debe su
nombre a los rasgos gitanos (como las raíces de su propio autor) de la Virgen y
el Niño, que aparecían rodeados de unos ángeles de tez negra. Pidiendo
clemencia entre alambres aparecen un grupo de presos políticos, famélicos
y semidesnudos, alguno identificable. El mural, encargado por un sacerdote
mercedario, fue parcialmente censurado en los años siguientes y definitivamente
cubierto en 1998.
10. El declive del recinto
Con el fin de la dictadura y la llegada
de la democracia, los motines se sucedían y las condiciones se degradaban
por la falta de inversiones y las consecuencias derivadas del hacinamiento.
Aquel período también tuvo sus nombres propios, como el de Juan José
Moreno Cuenca, el Vaquilla, uno de los presos más famosos de la Modelo, que
lideró, entre otros, el motín de 1984.
Su figura se asocia también a la
heroína, una de las drogas que cobraron un fatal protagonismo entre los
reclusos. Así como el sida, cuyos primeros casos empezaron a diagnosticarse
cuatro años más tarde. Se intentó poner freno a la entrada de la droga
acentuando la política paliativa (con metadona) y de reinserción.
Pese a los esfuerzos de adaptar la
situación carcelaria a la realidad democrática, muchos han sido los
factores que han llevado finalmente al cierre del centro. En 2017 se ha
materializado este hecho, dejando atrás la historia de un edificio que ha visto
reflejado entre sus muros más de un siglo de historia en blanco y negro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario